Una vez en casa y después de otro abrumador día de desconsuelo, cerró los ojos como cada día, esperando una dulce caricia que nunca llegaba...esta vez, podía llegar.
Intentó pensar en algo agradable... y durante el intento, su mente quedó en blanco, como si la muerte hubiera llegado y se dispusiera a apoderarse de su alma, algo que había deseado por mucho tiempo.
Y se vio paseando por unas nubes blancas, sin saber bien dónde estaba o dónde tenía que ir. Así que empezó a caminar, sorprendiéndose al verse erguida sobre las esponjosas nubes, sin caer. A su paso, blancos suspiros de viento la rodeaban, como jugueteando, besándola y desnudándola. Ella, sin pudor, jugueteaba con ellos, danzando al son de su corazón, cómoda, desnuda, blanca y reluciente... hasta que sus pies se posaron en una negra nube, sintiendo vergüenza de su cuerpo, como si de la leyenda Bíblica de Adán y Eva se tratase...y cayó al vacío.
Abrió los ojos asustada... por un momento se había sentido feliz, pero era como cada día. Siempre despertaba con grandes expectativas, esperando un gran día, pero, cuando se enfrentaba a la rutina, otra vez la pesadumbre la abrumaba, llevándola a largas horas de tristeza, culpándose a si misma por vivir, deseando la hora de su muerte.
Cerró los ojos de nuevo, dispuesta a dormir y olvidar todos sus inalcanzables sueños. Ya dormida, se vio paseando de nuevo entre aquellas nubes, tumbándose en ellas, sintiendo su tacto que era similar al del suave algodón, danzando con el viento, contemplando la maravilla que ante ella se vislumbraba.
Un ruido la hizo despertar, pero no la venció. Los sueños era lo único que la ayudaba a vivir, lo que nadie le prohibía ni le podía prohibir.
Así que cerró los ojos, dispuesta a seguir soñando. Sintió levitar su cuerpo, despertó con el beso suave de un ángel distorsionado, mezclado con las nubes.
Y sonrió, porque flotando se sentía cómoda, ¿se había convertido en un pájaro? ¿Qué era en este momento? Nada y todo. Su cuerpo era ahora una sustancia gaseosa que se confundía con el viento. Sintió una mano que le tocaba el hombro. Una mano llena de color que le retaba a una persecución. Su fluida mente no lograba distinguir peligro en el desafío propuesto.
Siguió la mano que ahora se había transformado en una bella dama vestida de blanco, con ojos de un azul celestial nunca visto. Pero su cara, aunque vista a través de sus ojos bella, calmada y supraterrenal a la vez que camuflada entre la superficie, era igual a la suya. Reconocía esa sonrisa, tantas veces odiada ante el espejo, y ahora se distinguía bella y llena de armonía, imperecedera, de la que brotaban suaves alientos consoladores. Velos de un blanco casi transparente cubrían las perfectas proporciones de su cuerpo y su tacto, suave como la piel de un recién nacido, acariciaba su mano. Cada uno de los pasos que daba era como una danza en la que estaba dispuesta a participar.
La siguió, depositando en la mujer todo su amor, sintiendo el calor de su mirada, participando en sus bailes, compartiendo sus sonrisas y acariciando su piel. Amándola, idolatrándola.
Y llegaron a una amplia superficie, cubierta de rayos que penetraban en su pecho, desnudo, y la atravesaban.
La bella dama se deshizo, el viento era ahora su súbdito, pero sus ojos, medio gas, medio sólidos, la miraban intensamente y, aunque convertida en viento, seguía siendo igual de hermosa.
Una voz se distinguía entre susurros musicales de celestial tranquilidad y la animaban a unirse a la celestial cabalgata
- "Sígueme, sígueme"
Y la siguió. Las dos masas gaseosas se mezclaron y de esta composición surgió una lágrima de felicidad, que cayó en su frente. Que se derramó por su cuerpo, el que seguía en el mundo supuestamente real.
Y entonces comprendió lo sucedido, esa lágrima penetró suavemente, deslizándose con intensidad por su cuerpo, acariciando fría y con sigilo, como si de un témpano de hielo se tratase, y una claridad infinita pareció abrirse paso a través de las oscuras ideas que sobre ella misma se habían ido enmarañando en su mente.
Si la hermosa dama realmente era ella misma... ¿qué había creado esa telaraña de ideas que la hacían despreciarse de esa manera tan inmunda...? ¿Era producto de su misma autoestima, desde hace años en horas bajas...? ¿O más bien ese desprecio que se autoimponía había sido forjado por aquellos seres (mal llamados) humanos ,que con anterioridad la acribillaban con toda clase de insultos e improperios...?Pensó.
Entonces esa claridad se convirtió súbitamente en una imagen ;la suya....
Su imagen era la respuesta a todos los sentimientos negativos que sobre ella misma había ido almacenando ,pero esa imagen era de una belleza indescriptible... y era ella.
Su rostro se iluminó, y al detectar una gran sonrisa dibujada en su cara ,corrió a mirarse al espejo más próximo.. y no reconoció a la bella persona que ante ella se reflejaba. Y con su fría y aterciopelada mano acarició sensualmente su rostro...y reconoció su tacto que era idéntico al de aquella dama...en su esencia, ambas eran la misma persona. Su piel, como si de una fresca rosa se tratara relucía joven, esbelta y majestuosa. Ahora, la lágrima se deslizaba sobre su sonrojada mejilla y brilló con tanta fuerza que el jeroglífico resuelto salió de sus labios carnosos como una exhalación:
¡Soy yo!
Y allí, ante el espejo, volvió a ver reflejada la imagen de aquella bella dama de blanco que con cautela la cubría con un esplendoroso velo negro y la incitaba a seguir soñando.
Su misma persona la invitaba a una última danza, un último juego juntas. Después ya no volvería...pues estaría en ella, en su interior, añadiendo más latidos a su vida.
Cerró los ojos fuertemente y abrió los brazos en cruz liberándose del velo, que al caer en el suelo se transformó en pétalos de rosas y amapolas.
Y sus manos rozaron cada parte de su cuerpo desnudo y con un halo de amor, sintió el tacto y la suavidad de sus pechos, de los que brotaba un rayo de luz, acariciándose, amándose. Cada parte de su cuerpo parecía ahora desconocida ante la sensual exploración.
Y sintió placer como nunca antes lo había sentido.
Llevada por la bella dama, se recostó en la cama y se dejó acariciar por ella. Sintió correr el aliento por su piel, que la hizo estremecer y sucumbir al placer.
Ladeó su cabeza dedicándole una sonrisa a la bella dama, que después de regalarle un beso en los labios, el más hermoso de los besos, se desvaneció del lugar.
Y cuando despertó, yacía desnuda en la cama deshecha. Se cubrió con un velo negro que descansaba a los pies del espejo y se acercó a la ventana para cerrarla cuando notó el tacto de unos pétalos de rosas y amapolas bajo sus pies descalzos.
Los miró sonriendo y respiró hondo, sintiendo los latidos de su corazón que palpitaba con más fuerza que nunca.
Este cuento fue enviado tiempo atrás a una web que publicaba relatos. Después de su supuesta lectura, los señores que llevaban la web, lo rechazaron, por no ser un texto al estilo "canción pocha de Camela". En su tiempo, me decepcioné por no verlo publicado, pero hoy, aprovecho mi falta de inspiración y novedades para escribir algo decente en el blog y lo posteo aquí.
Algún día tenía que verlo publicado en la red...